Sombra. Clandestinidad, anonimato, desconocimiento público. Penumbra, perfil, silueta. Ignorancia traspasando trazos y letras.
Veo un icono. Sonriente. Suena una voz. Resquebrajada. A ritmo, que no compás, de una extraña y casi obligada felicidad grupal. Trasvase de frases, citas, proverbios y criterios para mejorar. Demasiados casos en los que nosotros, no otros, fracasamos simular. Dejarse llevar no es dejarse arrastrar.
Nunca entendí las cadenas forzadas de bienestar. Sonreír aun cuando tu espejo se apena de ti, dejando tu reflejo atrás. Alegrías forzadas, alegoría del futuro que en recuerdo se dejó claudicar. Redefinimos lo simple, lo más humano, en una debilidad que sortear. Evitar, negar, rechazar. La apariencia se convierte en una técnica de ensayo continua, no puntual.
Luces que oscurecen sombras, avatares que entre engaños se deforman. Es un riesgo pretender que, por sí solas, las palabras nos cambien. Modificamos sensaciones, percepciones, intentando encajar en un concepto ajeno de realidad. Sería el placebo perfecto si no tuviese caducidad. Efectos secundarios tras la pausa, la tecla que deja de sonar.
No hay destino sin camino, ni retorno posible sin huella. Hasta ahora objetivos esperados, nunca definidos. Sigo sin querer por bandera mi sino, tan sólo lo que persigo.